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martes, 9 de diciembre de 2008

¿Son necesarias las incineradoras?

El uso de estas instalaciones industriales que queman la basura y crean energía genera controversia por su acción contaminante
El tratamiento y eliminación de las basuras domésticas, o Residuos Sólidos Urbanos (RSU), es uno de los problemas medioambientales más controvertidos de estos últimos años. Se sabe que en una ciudad cada habitante produce al día más de un kilo de residuos, cantidad que, además, crece sin que nada lo evite: en los últimos diez años, los países europeos han aumentado el volumen de residuos "per cápita" en más de un 60%.
Hasta hace pocas décadas, el procedimiento fundamental para dar solución a las basuras era acumularlas en vertederos. Pero la falta de espacio en las grandes urbes y los problemas de contaminación que causaban propiciaron en los últimos años la urgente búsqueda de alternativas. Así, la incineración se ha convertido en el sistema de tratamiento de basuras con mayor aceptación en Europa, pero nuestro país es uno de los estados miembros de la UE con menor implantación de incineradoras: sólo funcionan 12 incineradoras, todas ellas de titularidad municipal, y únicamente hay dos proyectos de nuevas plantas de incineración si bien varias fábricas cementeras tienen o han solicitado permiso para incinerar residuos, incluso los tóxicos o peligrosos.




Los argumentos a favor y en contra:
Las incineradoras son plantas de tratamiento y reducción de RSU. No sólo los reducen a cenizas sino que generan ingresos por la venta de energía producida en la combustión. Sin embargo, su implantación ha recibido fuertes críticas de quienes las consideran un riesgo para el medio ambiente y para la salud.

--Sus defensores sostienen que es la mejor de las alternativas de tratamiento de residuos, puesto que, además de reducir de manera considerable su volumen y peso, generan energía eléctrica. Y aunque reconocen que una incineradora produce gases nocivos como CO2, SO2, óxidos de nitrógeno, cloruro de hidrógeno y floruro de hidrógeno o sustancias como benzopirenos y alquitranes, muchos de ellos cancerígenos, aseguran que todos ellos son finalmente eliminados. Y que la emisión de dioxinas, sustancias tóxicas con efectos cancerígenos, se reduce hasta valores mínimos e inocuos. Dicen también que los residuos metálicos que quedan tras la incineración (no pueden ser destruidos), son tratados con posterioridad y se elimina su toxicidad.


--Los detractores de las incineradoras, como es de recibo, rebaten las razones de sus promotores. Aseguran que destruyen recursos que podrían aprovecharse, dicen que se trata de un sistema caro que frena el desarrollo de tecnologías limpias, le acusan de que es muy contaminante y que resulta incompatible con el desarrollo de programas de separación de basuras. Otro de los problemas que adjudican sus enemigos a las incineradoras es que estas plantas industriales requieren de inversiones millonarias, por lo que se hace especialmente necesario conocer si se están gestionando de una forma eficaz y adecuada. Asimismo, plantean la exigencia de que se compruebe si se están realizando las medidas de análisis y control pertinentes.



Las diferencias entre unos y otros planteamientos se traducen también en una disyuntiva social sobrevenida: por una lado, los ciudadanos exigen a sus municipios una solución para la indeseable acumulación de basuras, pero se niegan rotundamente a que cerca de su casa se instale una planta incineradora que ayude a resolver el problema.


Alternativas a las incineradoras

Hay otros métodos de tratamiento de residuos, que los detractores de las incineradoras consideran más viables y respetuosos con el medio ambiente. El compostaje es un proceso controlado y acelerado de descomposición de las partes orgánicas de los residuos que da lugar a un producto estable llamado "compost", formado por restos orgánicos, microorganismos, oxígeno y agua, y que se puede usar para abonar suelos, alimentar ganado, construir carreteras, obtener combustibles y para otros diversos cometidos. Para que se pueda utilizar sin problemas el compost, es fundamental que la materia orgánica no esté contaminada con sustancias tóxicas: es frecuente que un exceso de metales tóxicos convierta en inútil al compost (sería difícil y muy cara su eliminación) para usos biológicos.
Y la biometanización es el tratamiento de fermentación de la materia orgánica que da como resultado la producción de metano, gas cuya combustión produce energía. Este proceso, además de en residuos sólidos urbanos, se aplica a lodos de depuradoras. Los críticos de la biometanización la acusan de generar olores nauseabundos en el entorno, de ocupar gran cantidad de suelo y de producir mayor impacto visual que una incineradora y, como consecuencia de todo ello, también de no admitir usos residenciales en las proximidades de la zona en que se produce esta biometanización.

----A pesar de que haya defensores y detractores, a la hora de la verdad nadie quiere que en su zona se establezca una incineradora de residuos solidos urbanos, prueba de ello es este video, que aunque no es muy ilustrativo si que refleja el rechazo de muchos a las incineradoras----



Aquí dejo un enlace que está muy bien y además es muy explicativo del funcionamiento de una incineradora: http://www.greenpeace.org/raw/content/espana/fungames/animations/visita-una-incineradora-virtua.swf

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